Un Mandarache en París. Por José Antonio García Gallego.
"Todo el mundo miente" era una de las frases del doctor House, y a tenor de mi experiencia el pasado domingo en París, tuve el pensamiento de que algún guionista de la serie había corrido la maratón en la capital francesa. Porque allí todo el mundo mintió, mintió al decir la marca que iba a conseguir, y mintió colocándose en la línea de salida. Aparentemente este dato puede parecer simplemente anecdótico, pero no lo fue así para mis intereses en la maratón, porque durante tres cuartas partes de la carrera mis esfuerzos se centraron en zigzaguear buscando la forma de adelantar a los numerosos (cincuenta y siete mil inscritos en la prueba) corredores que tomaron salida delante mía a pesar de ser bastante más lentos. La sensación al comienzo fue muy frustrante, el camino picaba hacía abajo y tenía la sensación de que iba rodeado de atletas que a ese ritmo no bajarían de las cuatro horas, mientras que todos teníamos escrito en el dorsal que íbamos a 3h30m. Temía que en cuanto tuviésemos algo de cuesta arriba, toda ese gente se pondría a andar y la carrera se pararía. Además en un par de ocasiones no pude avituallarme, pues las mesas con comida y bebida me pillaron en el lado contrario y entre ellas y yo se interponían varios metros repletos de corredores. Para hacerse una idea de lo que todo esto supuso en la prueba baste el dato de la distancia que la aplicación Strava de mi móvil me marcó: 44,200 Km.
Leído hasta aquí puede parecer que la carrera fue un desastre y que yo no disfruté, pero hay días en que todo dice de salir bien y de la necesidad se hace virtud. Y yo tuve uno de esos días el domingo 9 de abril de 2017.
Para empezar la temperatura fue idónea, hacía algo de fresquito cuando me dirigía a la salida, pero hacia las 8:45 u 8:50 que empezamos a movernos ya se estaba muy bien. Después continuó subiendo hasta 18 o 20 grados, que es una temperatura fantástica para correr.
El no poder apretar todo lo que yo quise, sobre todo en los diez primeros kilómetros hizo que obligatoriamente fuese guardando fuerzas, mientras que conseguía equilibrar un ritmo de 4:45 por kilómetro. Por otro lado, las calles eran muy amplias durante casi la todo el recorrido, en contra de mis temores nunca llegamos a embotarnos.
Si corríamos más de cincuenta mil personas me resulta difícil calcular cuánta gente estaba animando, lo cual junto con las bellas calles y jardines de París conformaban un espectáculo magnífico para los atletas. Para ser sincero, casi no pude reconocer por donde iba, el recorrido discurre casi en su totalidad muy cerca del Sena y por ambos márgenes, veía palacios, jardines, iglesias sin saber ubicarme, pero disfrutaba de un espectáculo marcado por esos preciosos parajes y un babel de colores y nacionalidades, tanto dentro como fuera de la carrera. Con esto fui consumiendo kilómetros casi sin darme cuenta, manteniendo el ritmo y sin notar un ápice de cansancio. Hasta el kilómetro 32 no sentí necesidad de esforzarme para seguir al mismo ritmo, y aún ahí sentía que todavía tenía algo de reservas para apretar al final, pues llegado a ese punto yo iba con la idea de bajar de las 3h20m. Y a todo esto ya iba cogiendo a gente de más nivel, aunque seguía con mis adelantamientos. Cuando faltaban algo menos de dos kilómetros, de manera natural aumenté el ritmo ligeramente en mi intención de bajar de 3h20m y exultante hice los últimos doscientos metros con mis brazos en alto y levantando las banderas de España y Cartagena. Mi mujer se desgañitaba por animarme junto a varios españoles que había reclutado en la meta, pero yo no me percataba y al cruzar la meta la adrenalina no me permitía sentir el mínimo cansancio, había sido una carrera perfecta para mis expectativas por el tiempo realizado, por el recorrido y por el ambiente.
Aunque crucé la salida 23 minutos después de comenzar la prueba, la web de la maratón no refleja este dato y solo pone el tiempo real, que para mí fue de 3h19m35s y me registra el puesto 3.428 sobre 57.000 inscritos y 42.500 "finishers". Curiosamente hasta yo mentí, pues bajé en más de diez minutos la marca que llevaba escrita en mi dorsal.
Recomiendo totalmente esta maratón a quien quiera vivir este ambiente y esta ciudad, para quien quiera ir a por marca ahí están Sevilla, Valencia... Probablemente a esta última iré en noviembre, como he hecho los dos últimos años, allí sí se puede seguir la línea de recorrido mínimo y la prueba es totalmente llana, además la correré sin móvil ni banderas, buscando bajar algún segundo, pero esta maratón en la capital de Francia para mí será muy especial, y es que siempre me quedará París.
Un saludo a todos/as.
J.A.G. Gallego.