sábado, 8 de diciembre de 2018

IV ULTRA MARATÓN COSTA DE ALMERÍA

Expedición de José Antonio García Gallego a Almería

       La UMCA es una carrera de fondo que se lleva a cabo por el cabo de Gata combinando diferentes tipos de terrenos y paisajes: montaña, carretera, playa... El sábado 1 de diciembre se desarrolló su cuarta edición, siendo la segunda vez que yo competía en ella.


       La primera gran prueba que se tiene que superar para completar la UMCA es el madrugón. Aunque la carrera empieza a las 7:00 en la localidad de Agua Amarga, los participantes estamos llamados a estar a las 5:30 en el pabellón de Toyo-Retamar, a 15 kilómetros de la capital almeriense. En ese lugar, que en realidad es la meta de la prueba, nos recoge el autobús que nos traslada a la línea de salida. Además en mi caso tenía que estar a las 5:00 para recoger mi dorsal y la bolsa del corredor, por lo que salí de casa con poco sueño pero con muchas ilusiones.


       Tras llegar a las 6:20 a Agua Amarga, las ganas de comenzar son indisimulables. Nos quitamos la ropa de abrigo, nos hacemos alguna foto, preparamos los frontales...
Muy puntuales a las 7:00 se da el pistoletazo de salida y nos lanzamos a por los primeros kilómetros del día, o mejor dicho, los últimos de la noche pues el sol todavía no ha aparecido a esa hora.

       No llevamos ni 200 metros corriendo cuando ya pasamos a un sendero que nos lleva a las primeras subidas del día, resulta un terreno no muy complicado de transitar pero al que hay que tener cierto respeto por estrecho, pedregoso y oscuro. Tras habernos elevado hasta los 80 metros bajamos a la primera cala que se llama cala del Plomo, y es un adelanto de lo que van a ser el primer tramo de carrera: cala-subida-cala. En esos momentos es el kilómetro 3,5 y apenas eres consciente de donde estás, simplemente vas tratando de seguir la fila de luces que se van elevando para la primera cota de cierta importancia, unos 250 metros y su consiguiente bajada, que resulta ser la más técnica de todo el recorrido que nos lleva al barranco de San Pedro y su cala homónima. Se hace bien pues acaba de amanecer y el espectáculo que se nos ofrece es impresionante. Después otra subida más y volvemos a bajar, esta vez a la localidad de Las Negras donde se sitúa el primer avituallamiento del día, sobre el kilómetro 13.



       Tras avituallarnos tomamos el camino hacia la subida mayor de la carrera que nos llevará cerca de Majada Redonda, un volcán apagado que nos hará ascender hasta los casi 500 metros. Durante la subida tendremos nuestro segundo avituallamiento. Bajaremos por una pista que a ratos será de cemento y a ratos de tierra, similar a la de nuestro monte Atalaya, pero de mayor distancia lo que la hace muy monótona y molesta a las rodillas. Esta pista desemboca en la localidad Isleta del Moro, en el kilómetro 34 donde está nuestro tercer avituallamiento. Al salir de él, una vez más el paisaje nos deleita mostrándonos una espléndida cala.

A partir de aquí las dificultades técnicas del terreno prácticamente desaparecen, pasamos a correr por pista de tierra, aunque no abandonamos el sube y baja tan habitual en esta ultra. Es quizás el cansancio que empieza a aflorar quien nos crea cierta dificultad en la bajada al cuarto avituallamiento, que se sitúa en la localidad de San José, y más concretamente en su ayuntamiento. Ya estamos en el kilómetro 44.

Al entrar y al salir del ayuntamiento de San José nos encontramos bastante animación en torno a la prueba, animación que no volverá a hacer acto de presencia hasta la meta, pues iremos por caminos y a veces carreteras muy solitarias donde se coincidirá de tarde en tarde con otros corredores. Con todo esto el siguiente avituallamiento, llamado Aula del Mar (km 56), estará situado en un paraje no exento de belleza.

       Al salir del Aula del Mar nos encontramos con un pequeña y última cota que se recorre por la orilla de la carretera y nos lleva a una playa que no abandonaremos en lo que queda de prueba. En estos últimos 15 kilómetros el terreno se va alternando entre camino de tierra firme, arena de playa, carretera o enlosado. Así mismo las sensaciones y el ritmo también van alternando entre los intentos de correr, trotar y caminar, lo cual personalmente me evocaba a otras pruebas de larga distancia como los 90k de Caravaca. Si en los últimos kilómetros los paisajes eran bellos o desagradables, un servidor solo podría contestar que eran muy largos y la meta se antojaba inalcanzable.

       Espero con estas palabras haber descubierto la UMCA para atletas del club que pudieran estar interesados en realizarla en los próximos años, mostrando los claros y oscuros de dicha prueba. También comentar que por motivos medio ambientales, suele variar su trazada de un año a otro. Cuando la corrí hace dos años tenía una distancia de 14 kilómetros más, prolongando el último tramo llano hasta llegar a la capital almeriense.

       Y para finalizar me queda comentar que en el plano personal no fue mi mejor día. Aunque comencé bastante bien, tras el avituallamiento del kilómetro 44 casi no podía ni caminar y me di cuenta que me estaban pasando factura el cross de Artillería y la media de San Javier, pruebas en las cuales no reservé ni un gramo de fuerza. Así que tuve una crisis como pocas veces me ha ocurrido que tardó varios kilómetros en desaparecer. No quedé muy contento con el tiempo que hice, casi 10 horas y 26 minutos para completar los 75 kilómetros, pero sí quedé muy satisfecho con una prueba que destaca por su distancia y belleza que en algunos momentos evoca a nuestra Ruta de las Fortalezas por su fusión de sol, mar y monte. Como sorpresa final, me encontré al llegar a la meta al pabellón de Toyo-Retamar a mi hermana junto con unos tíos nuestros poniendo un perfecto punto final a este estupendo día.